En el editorial de la edición anterior de la revista cuestionaba, entre otras cosas, el motivo por el cual organizaciones internacionales como la OMS, servicios de inteligencia como los de los países de la OTAN y los líderes mundiales de gobiernos y empresas han fracasado tan estrepitosamente en el control de la pandemia y el cambio de paradigma que hoy en día sacude fuertemente a la humanidad. Esta crisis ha dejado expuestos a los servicios de salud de la comunidad global, salvo honrosas excepciones de países como Nueva Zelanda o Finlandia (gobernados por mujeres en el poder), que supieron controlar el desastre sanitario y económico.
Mientras los científicos más brillantes de las mejores universidades y los asesores epidemiológicos de los gobiernos más importantes del mundo intentan esforzarse para llegar a la vacuna que nos permita regresar “a la normalidad”, los países con más carencias intentan sobrevivir a la pandemia, que solamente traerá más inequidad, más pobreza y más desigualdad.
La salud, la educación, la justicia y la libertad son derechos adquiridos por los ciudadanos de un sistema democrático. Y en esta pandemia surge con gran evidencia otra de las obligaciones del Estado que deberíamos reclamar: el derecho a la conectividad a internet en todo el territorio nacional.
En esta utopía queda expuesta la falta de un Estado eficiente, ya que en la Argentina no se cumplen ninguna de las obligaciones anteriormente mencionadas, tras décadas de abandono, postergaciones y un sobredimensionamiento paquidérmico e ineficiente.
¿Cómo pedir, por ejemplo, conectividad a internet como derecho si hay ciudades enteras en la Argentina sin cloacas y agua potable?
Parece utópico, pero es real, en un país donde tampoco parece un derecho ciudadano acceder a la educación de calidad que nos permita como sociedad afrontar los desafíos del siglo 21 y rescatar al 50% de la población de Argentina que está sumergida en la pobreza y el desempleo. Este debería ser el primer objetivo nacional post pandemia.
Yendo a nuestra labor como medio periodístico, alineado con nuestra misión y visión como emprendimiento independiente, pudimos adaptarnos rápidamente a la nueva realidad de “trabajar desde casa”, por lo que quisiera agradecer profundamente a todo el equipo que forma parte de la revista por el enorme esfuerzo realizado para mantener la publicación online y también para editarla en formato papel. Las dos ediciones que realizamos en estos cien días de aislamiento social y obligatorio han sacado nuestra mejor versión y hemos hecho nuestro mayor esfuerzo para que estos contenidos estén disponibles y gratuitos en nuestro renovado sitio web revistacolegio.com
Hoy nuestros lectores tienen a disposición contenidos propios con reportajes a “influencers” educativos de primer nivel nacional e internacional, funcionando el sitio como un verdadero diario de noticias educativas online con gran cantidad de visualizaciones. A esta conexión permanente con nuestros lectores le hemos agregado las entrevistas a personalidades de la educación a través de Instagram, la red social que han elegido muchos colegios para estar en contacto con sus comunidades, multiplicando nuestro público, conectándonos con todo el país y acercándonos a todo el mundo gracias a IGTV y a Youtube.
También quiero agradecer a los cientos de alumnos que han participado de nuestras jornadas de orientación vocacional Decidir desde la plataforma virtual que hemos desarrollado en forma conjunta con la empresa @quasar_tech, quien nos ha brindado un soporte tecnológico eficiente para que podamos llegar a los alumnos que finalizan el Secundario (en un año tan especial para ellos) con propuestas relacionadas al estudio superior, carreras de futuro y oportunidades de empleo. Es realmente motivante poder conectar con ellos para plantearles que este país es hermoso, está lleno de oportunidades y que serán los protagonistas del futuro, animándolos a liderar el cambio que necesitamos como sociedad para que dejen de lado sus miedos y confíen en sus talentos.
Nuestro agradecimiento también a los directivos de los colegios que aceptaron nuestra propuesta y que participaron en el mes de junio de las jornadas “Decidir online”.
Quisiera terminar este editorial con una frase de mi admirado Jorge Wagensberg que aplica perfectamente al momento que vive la educación en particular y la sociedad en general: “cambiar la respuesta es una evolución, pero cambiar la pregunta es una revolución”. Considero acorde esta idea primero para repensar el sistema de enseñanza y tener en cuenta el efecto emocional de la post-pandemia, pero también para repensar como argentinos a la hora de votar el escaso compromiso de los gobernantes para con nuestros derechos como ciudadanos y con el futuro de las nuevas generaciones que vivirán en un país quebrado económicamente, sin acceso a una educación de calidad con equidad, condicionándoles el futuro. Es indudable que la tapa de nuestra edición número 90 aplica al momento que vivimos: Resiliencia es un sí a la vida, es vernos como posibilidad y crear futuro.
Hacer visible en estos momentos la angustia de las personas de edad avanzada que están soportando como pueden el aislamiento, la realidad inmoral del aumento de la delincuencia, los femicidios y de la violencia que sufren muchos niños y niñas de la Argentina es parte de reflejar una realidad, más allá de banderías y de estadísticas.
Simplemente este espacio apunta a reflexionar hacia dónde queremos ir, cómo queremos vivir y qué país queremos dejarles a las nuevas generaciones. Por eso alentemos no solamente el #quedateencasa sino también que seamos una sociedad cuestionadora para hacer posible que se cumplan nuestros derechos, por más utópicos que parezcan.
Marcelo Rivera, director de Revista Colegio
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