Revista Colegio

Las mejores propuestas educativas

El Principito mendigo



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El libro El Principito cuenta la aventura de un joven que no soporta a los adultos y decide hacer un viaje con su avioneta.

Cuando estaba sobrevolando el desierto, la aeronave se le estropeó y como no llevaba acompañante debía arreglarla él, pero con el inconveniente de que solo tenía agua para ocho días… Es aquí cuando conoce al Principito, quien le empezó a contar que venía de un planeta muy pequeño…

Después le comenta que tiene un problema con los “baobabs”, que son unos árboles de crecimiento muy rápido que terminan por hacer explotar el planeta donde vive, y que deben arrancarse de pequeños…

Más tarde cuenta la historia de una rosa que era la más bella que jamás había visto el Principito, hasta que se hartó de la flor y se marchó, para después reconocer que la echaba de menos…

Cuántas enseñanzas por generaciones nos ha legado la obra del aviador y piloto militar francés Antoine Saint Exupéry.

En medio de una crisis personal y de su exilio, el Principito toca lo más profundo del sentido de la vida humana como el amor, la amistad, las pérdidas y la soledad. Desde “lo esencial es invisible a los ojos…” hasta “lo que importa es lo interior, no lo superficial”, la historia cuenta una aguda crítica a la sociedad moderna y al mundo de los adultos y aunque recibió múltiples premios literarios la crítica especializada lo considera un libro de literatura “infantil”.

El Principito busca un planeta donde tener una vida ideal, como un paraíso platónico. Y en este planeta encontrará realmente lo que busca: la inocencia, la amistad y la pureza.

Esto lo hace tener gratitud y respeto cuando se relaciona con los demás, ya que aprecia lo que en su planeta no tiene y otros sí pueden tener a manos llenas. Busca una flor que representa sus ideales y sus valores, cuidándolos y desarrollándolos poco a poco.

Argentina tiene a seis de cada diez menores de edad debajo de la línea de pobreza. No podemos seguir mirando para otro lado. La pandemia del coronavirus, con más de un millón de contagios declarados que lo sitúan entre los países más impactados del mundo, agudizó el problema social y económico que vivía nuestro país. Los índices de desempleo han subido como nunca, la inseguridad y la falta de políticas eficientes en salud y educación nos colocan como sociedad en un momento crítico como nunca antes.

Es nuestra misión como medio periodístico analizar, debatir y colaborar para que la comunidad tome conciencia de que necesitamos una Argentina distinta que enfoque y solucione los problemas estructurales. La educación es uno de ellos, donde se distorsiona a propósito la problemática dicotómica entre lo público y lo privado. El verdadero problema es que en la Argentina los chicos no acceden a una educación de calidad a la altura de los desafíos del siglo 21 y que la brecha entre los que más y menos tienen es cada vez más profunda.

Esa es una de nuestras actuales tragedias y en la que ponemos el foco. El resto tendrá que ver con la justicia, la seguridad y la salud, pero nuestro enfoque pasa por lo educativo y, en este aspecto, millones de niños este año no se han escolarizado por la negligencia, terquedad, temor o intereses de quienes tienen la potestad de tomar decisiones.

La crisis de valores y la anomia de nuestra sociedad es fruto del deterioro educativo. Hace cien años teníamos la moneda más fuerte del mundo y hoy tenemos una de las economías más devastadas del concierto global.

¿Qué nos ha pasado? Simple. Probablemente nos creíamos los dueños de la verdad, el granero del mundo, porque teníamos una alta tasa de graduados universitarios, buenos deportistas, mejores artistas, científicos y premios Nobel que otros países sudamericanos y bla, bla, bla…

Hoy, en algunos casos, quienes tienen acceso a una educación de calidad están sacando pasaporte o ciudadanías para irse de la Argentina y en otros están haciendo fila para cobrar un plan y convertirse en príncipes y mendigos de un estado probadamente ineficiente que, lejos de inspirar a las nuevas generaciones, las convierte en embajadoras de su propio fracaso.

Desde hace 30 años trabajo en educación y desde hace 20 mantengo esta visión llamada revista COLEGIO junto a un grupo de valiosas personas que se sacrifican todos los días para mostrar ejemplos inspiradores donde las escuelas y sus docentes puedan reflejarse para generar un futuro mejor.

No nos cansamos de remar contra la corriente; al contrario, hemos sumado en todo este tiempo muchos brazos amigos, que renuevan nuestro compromiso.

Queremos agradecer a todos los seguidores que se han sumado a nuestras redes sociales en estos tiempos difíciles, a todo el público que nos sigue www.revistacolegio.com, convertido ahora en un diario de novedades educativas, a todas las instituciones y empresas que pese a la crisis han permitido que sigamos on y off line con la revista llegando a nuestro público lector.

Gracias a todos los “influencers” y personalidades destacadas de la educación que nos acompañaron en nuestras entrevistas en Instagram live.

Gracias a Coordiep por permitirnos colaborar en la organización del XVIII Encuentro Federal junto a un panel de oradores de jerarquía internacional; gracias a FAERA por confiar en nosotros para organizar sus jornadas en formato remoto y poder tener contacto con más de 70 congregaciones religiosas de la República Argentina.

Gracias a los más de 20 colegios que nos permitieron organizar las jornadas de orientación vocacional “Decidir” en formato virtual.

Gracias a Edu1st y EGE por confiar en nosotros como asesores de sus organizaciones.

Gracias a IMEF por permitirnos participar, moderar y co-organizar el 1º Congreso Hispano-Argentino de Educación Física y Deportiva, visto por más de 5 mil personas, y a la Universidad Siglo 21 por compartir su Congreso Innova Educa 21 junto a extraordinarios profesionales y un público multitudinario interesado en innovación, calidad e inclusión.

Y gracias a vos que seguís ahí junto a nosotros. “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada uno pueda encontrar la suya”.

Por favor, no dejemos a cada chico y a cada chica sin la posibilidad de alcanzar su estrella.

Marcelo Rivera, director de Revista Colegio


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