Con la rápida propagación del coronavirus, y ante la suspensión de clases en Argentina, toman relevancia las plataformas virtuales. Tratemos de privilegiar aquellas que nos permiten construir un espacio colaborativo, donde docentes y estudiantes puedan experimentar formas diferentes de aprender. Aprovechemos la oportunidad para hacer cambios significativos para la institución educativa.
El escenario es adecuado para reflexionar de qué manera la escuela se ha valido de una de las mayores innovaciones tecnológicas en los últimos años, y quizás estemos ante la oportunidad de recuperar el terreno perdido.
Desde sus orígenes en 1969, curiosamente, a partir de una conexión entre computadoras de universidades en California, el uso de internet creció en forma exponencial y al día hoy alcanza una penetración del 93,1% en la Argentina, según detalla www.internetworldstats.com/stats15.htm#south. Esta red conectiva de alcance global se ha transformado en el vehículo sobre el cual se sostienen servicios como la World Wide Web, el correo electrónico, la mensajería instantánea (WhatsApp), e incluso hoy es uno de los principales medios para la transmisión de señales de datos, imágenes y voz.
No sólo todos nuestros estudiantes satisfacen sus necesidades de información en la Web, sino además la mayoría de los adultos que le dan clases; sin embargo, todo esto sigue ocurriendo por fuera de la institución escolar.
Con la nueva pandemia toma relevancia un servicio que ya estaba entre nosotros hace algunos años: las plataformas virtuales. Se trata de un término amplio que no tiene la misma significación para cada institución, ni tampoco es el mismo el propósito de uso. Así como internet no es lo mismo que la Web, una herramienta como Moodle, que permite construir un entorno conectivo para compartir archivos o redes de colaboración no es lo mismo que la plataforma de gestión de comunicaciones con los padres, o ciertos repositorios de libros digitales promovidos por algunas editoriales como plataformas de aprendizaje. Sin embargo, todas éstas coinciden en una característica (que pareciera le da el nombre): la virtualidad, o sea que residen en la Web y se accede por Internet.
La prioridad será reconocer a la tecnología como el medio para facilitar los cambios, y ayudarnos a focalizar más en la estrategia que en su instrumentación. De esta forma, las clases remotas podrían ser parte de una innovación pedagógica; si no pretenden sustituir a una clase tradicional, en donde los alumnos están en sus casas por una razón circunstancial, por ejemplo, podrían ser parte una estrategia de clase invertida (flipped classroom) o alguna otra estrategia centrada en el alumno.
Para tener éxito, las instituciones educativas deberían crear equipos multidisciplinarios donde participarán por igual directivos, especialistas en didáctica y también (pero no solo) el especialista en informática. Se requiere un esfuerzo coordinado por un referente pedagógico (si es posible), ya que estamos hablando de hacer cambios radicales, no solamente la transmisión remota de una clase tradicional, en la cual un docente replica la misma clase usando alguna plataforma de comunicación. Cuando lo entendemos de esta manera revalorizamos el valor del capital humano y el trabajo de base con el equipo docente adquiere mayor significado.
En nuestras investigaciones hemos notado que un factor que promueve el desarrollo de un cambio sustentable es la participación de los docentes en redes y foros colaborativos. Incluso, cuando esa participación se da en forma activa sobre una red conectiva propia de la institución es cuando hemos visto los mayores adelantos en términos de innovaciones educativas.
Al momento de elegir entre las docenas de plataformas que nos van a ofrecer, tratemos de privilegiar aquellas que nos permiten construir un espacio colaborativo donde tanto docentes como estudiantes, entre sí, puedan compartir y experimentar formas diferentes de aprender. Recordemos que el proceso de implementación es largo y jalonado por etapas en las cuales a menudo las percepciones y experiencias de los actores son tan importantes como la adquisición de las habilidades para usar las nuevas herramientas (los resultados se verán mucho después de que este virus sea historia).
Como menciona Clayton Christensen en el prólogo del libro Blended: Using Disruptive Innovation to Improve Schools (Horn, M., & Staker, H), de muy apropiada lectura en este momento, la enseñanza online nos ofrece la oportunidad de brindar a cada estudiante una oportunidad de aprendizaje personalizada, de inspirar discusiones intelectualmente estimulantes con cada uno de ellos y entre ellos. Por ello, a pesar de las urgencias de esta crisis, aprovechemos la oportunidad para hacer cambios significativos, aquellos que van a contribuir a que nuestro establecimiento tenga un perfil diferente en el futuro.
Por Ricardo Castro, gerente de Legamaster LATAM
Contacto: ariera@legamaster.com o por WhatsApp al +54 9 (11) 6159-9460
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