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El futuro de la educación y los formatos anfibios

Javier Andrés Pérez, rector del Instituto Terciario River Plate, asesor de OGI Technologies y ganador del Premio Iberoamericano a la Innovación Educativa

Javier Andrés Pérez, rector del Instituto Terciario River Plate, asesor de OGI Technologies y ganador del Premio Iberoamericano a la Innovación Educativa



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Javier Andrés Pérez, rector del Instituto Terciario River Plate, director de la Asesoría Pedagógica de OGI Technologies y Club Service Educación y ganador del Premio Iberoamericano a la Innovación Educativa dialogó con Revista Colegio en el Ciclo de Conversaciones en vivo por Instagram. En su charla, denominada “Una buena clase y los formatos anfibios”, resaltó que aunque se vuelva a la normalidad tras la pandemia, en la educación deben aprovecharse los avances logrados durante estos meses de aislamiento. “Me parece que sería una torpeza pensar que cuando esto pase podamos volver a una presencialidad equivalente a la que abandonamos”.

– ¿Qué cualidades debe tener quien lidere un equipo de trabajo?

La idea de liderar un grupo tiene que ver con formar parte de él. Es muy importante sentir que uno es parte constitutiva y debe tocar un instrumento específico un poco diverso al del resto; que uno forma parte integral de ese equipo, que debate, piensa y juega en común. Uno de los errores más frecuentes es el líder que no forma parte del equipo, que maneja desde afuera. Falta una enorme capacidad de escucha y cierto ojo entrenado muy preciso para distinguir determinados talentos. Si uno es capaz de escuchar todo lo que le toca escuchar y reconocer los talentos de los demás y preparar las condiciones para que se desarrollen ha construido un liderazgo positivo. Los otros modelos de liderazgo me parecen precarios y en general son fallidos.

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En el Instituto Terciario de River, donde se dictan el Profesorado en Educación Física y la Tecnicatura en Periodismo Deportivo, trabajo junto a un equipo extraordinario, con un importante recorrido en los medios y en cada una de sus especialidades. Hemos construido una carrera superlativa. Estoy muy orgulloso del trabajo que se está haciendo y River es una institución que permite ciertas cosas que quizá en otro tipo de institución no se podrían pensar.

– ¿Qué te aportó como profesional haber recibido el Premio Iberoamericano a la Innovación Educativa?

Más allá del premio, me pareció muy interesante y trabajé con mucho placer en el desarrollo. Hubo un trabajo previo durante un tiempo largo con mucha producción intelectual y material que me dio mucho placer realizar. Sentía que estaba trabajando en función de una idea que me parecía interesante para los alumnos. En el transcurso del desarrollo del proyecto se convirtió en un trabajo en equipo común, con un montón de gente. Está pensado como una plataforma de contenidos colaborativa donde todo el mundo suma. En la práctica real también se convirtió en un trabajo en equipo. No se me hubiese ocurrido o no habría poderlo llevar a cabo con la anuencia de una rectora de un colegio parroquial humilde y un grupo de docentes que me acompañó. Se trata de una plataforma de contenidos vinculados entre sí y que permiten a los estudiantes acceder a ellos mediante un recorrido casi personalizado, no imponiendo una entrada particular, sino ofertando una especie de mapa conceptual alrededor del objeto de estudio al cual acceder y hacerlo a través de las preferencias de los usuarios.

En la concepción de la plataforma se terminaron mezclando muchas cuestiones que había estudiado ad hoc para eso (conectivismo, neurología, neurolingüística, psicolingüística). En el momento en que tuve la idea o que empecé a desarrollarla no había una voluntad de tomar determinada cosa de una rama para conectarla con otra, etc. Tuvo que ver con una pretensión académica de mejorar mi performance como docente y mejorar el aprendizaje de los alumnos y además tenía que ver con un deseo estético, con sentir que el conocimiento se podía crear en plural, que podíamos dejar una obra estética.

-¿Qué elementos tiene la innovación y cómo venciste la resistencia que siempre hay y cómo accionás ese chip para trabajar con tu equipo?

La plataforma tiene que ver sobre todo con la escuela secundaria. Quedarse en la zona de confort no funciona. El nivel secundario es el gran pozo ciego de la educación; queda en un gris extraño. La voluntad de saber socialmente ha decaído. El conocimiento no ocupa un lugar de prestigio para un adolescente. La plataforma tiene que ver con intentar nuevas formas para eso que estaba fallando.

En cuanto al Terciario de River, lo de la pandemia fue un desafío inmenso. En este caso dictamos tareas que requieren una presencialidad y casi todo el camino lo allanó la calidad y calidez de los docentes, el trabajo en equipo y decisiones claras del equipo directivo. Algunos docentes ya tenían relación con la innovación tecnológica pero en todos los casos hubo una receptividad absoluta a los consejos ya la nueva modalidad. Hay muchísimo talento en el cuerpo docente, en los chicos que estudian y están pensando el mismo problema que sus profesores.

-¿Cuál es el rol de la tecnología hoy? ¿Los docentes hemos desaprendido cosas como para abrirnos a otras como la inteligencia emocional con la tecnología que tengamos?

Un amigo sociólogo le manda whatsapp a los alumnos para ver qué les pasa, por qué no se conectan. Eso es el uso de la tecnología. Trabaja en contextos vulnerables. Me parece que el trabajo de los docentes merece un elogio sumo en este período en particular, pero en líneas generales. En este momento se duplica y esta situación deja al desnudo cierta impericia de ciertos equipos de conducción o de los dueños de algunos colegios privados. Hay un esfuerzo y una dedicación y apuesta mucho más esforzada y meritoria de parte de estudiantes, familias y docentes que de algunos equipos de conducción. La apuesta por la inversión en talentos, esfuerzo de trabajo con la tecnología, tiene que ver con una decisión directiva. El esfuerzo del docente de aula se desdibuja si no hay un apoyo concreto desde la faz directiva. Entiendo que en el Estado el esfuerzo de los equipos directivos está a la par del de los docentes; en los privados lo pongo en duda. Hace falta un poco más de decisión para empujar una tarea para la que alumnos, docentes y familias no estaban preparados.

El rol de la tecnología en las aulas me parece que es interesante. En los 90 el uso del pizarrón era una instancia a evaluar; ahí se fijaba, dejaba graficado lo que se había dicho durante la clase y lo que se iba trabajaba. Hoy el pizarrón se llama uso de la tecnología y no está suficientemente evaluado.  Hay que ayudar a formar en ese uso porque hay herramientas que están a la mano y que deberían formar parte del aula como el pizarrón. En algunas instituciones eso se utiliza pero la tecnología ingresó a pasos muy delicados cuando debería estar tan o más presente que el pizarrón y no por innovacionismo. La inclusión de determinadas herramientas tecnológicas de uso gratuito para una gran mayoría de la población (cualquier persona que tiene un celular con datos) me parece tan obvia, que el hecho de que el sistema educativo lo haya desestimado durante tanto tiempo ronda la terquedad. Quizá la pandemia dio una posibilidad de escuchar ese rumor desde la tecnología. A los equipos directivos nos toca tomar las riendas y ayudar a los docentes a formarse y hacerlo con ellos para mejorar una práctica que antes era la tiza y el pizarrón. Nuestra tarea en este punto de liderazgo tiene que quedar clara. Tenemos la obligación de marcar el camino, invitar a tomar algún riesgo extra tomándolo primero nosotros.

-¿Qué tipo de formato híbrido o anfibio es el que ves con más expectativas para sugerir o instalar?

Prefiero la idea de lo anfibio porque funciona en dos ecosistemas, con la idea de construir un esquema biodiverso. La pandemia nos obligó a inventar un esquema de trabajo que dista mucho de ser educación a distancia. Es educación a emergencia, pero estoy orgulloso de lo que produjo nuestro país en ese contexto. De la nada, nuestro país hizo algo y no tenemos nada que envidiarle a ningún otro. Lo que viene no será ni una cosa ni la otra. La tentación más torpe como educadores es pensar que vamos a volver al sistema presencial. Esto también desnudó que la presencialidad es necesaria. Creo en la presencia corporal del docente junto a los alumnos, pero me parece que sería una torpeza pensar que cuando esto pase podamos volver a un sistema presencial equivalente al que abandonamos. Hemos aprendido en el viaje un montón de cosas que debemos capitalizar para mejorar las prácticas, los aprendizajes, para construir un conocimiento más plural, legítimo, y hacer nuestro trabajo mejor. Esta experiencia se nos impuso y dentro de ello se construyeron ideas y prácticas muy interesantes. Descartarlas sería terco si esto pasa.

Javier Gómez Pérez es docente, escritor, Licenciado en letras, director del Terciario en River Plate y Escuela Media. Además, recibió el Premio iberoamericano a la Innovación Educativa.


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